Con alegría y esperanza comenzamos hoy el año de la Fe, que tiene por objeto “la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo” (Benedicto XVI, Carta Apostólica Porta Fidei, n. 2).
Inspirados
en la figura de Jesús Buen Pastor que da la vida en abundancia (Jn 10,
10) y motivados por el ejemplo del Señor que no ha venido a ser servido
sino a servir (Mc 10, 42-45), proponemos estas reflexiones pastorales
sobre la actividad política, considerada como espacio solidario de
servicio a los demás.
Nos
dirigimos, con la intención de colaborar en el fortalecimiento del
sistema democrático del país, ante todo a nuestros hermanos y hermanas
que caminan en las comunidades cristianas como seguidores y discípulos
misioneros de Jesucristo, y muy especialmente a quienes, profesando en
la Iglesia Católica su fe cristiana, aspiran a cargos de representación
popular. También deseamos que nuestra palabra llegue a los hombres y
mujeres de buena voluntad preocupados por la situación del país y a toda
la sociedad hondureña que vive momentos de incertidumbre e inseguridad y
que se prepara para un nuevo proceso electoral, ya en marcha en nuestra
querida Honduras.
I)- Siguiendo la tradición de reflexión y acompañamiento eclesial:
1- El
pueblo hondureño ha sido nuevamente llamado por el Tribunal Supremo
Electoral a hacer uso del derecho a elegir en las urnas a las
autoridades que regirán los destinos del Estado hondureño a partir de
enero de 2014, mediante dos procesos: las elecciones primarias del 2012 y
las elecciones generales del 2013.
2- Como
Conferencia Episcopal hemos acompañado con nuestras reflexiones y
exhortaciones este proceso democrático desde Agosto de 1985, cuando
hicimos un llamado al voto responsable y reflexionado en base a
criterios éticos y cristianos con la publicación de la Exhortación
Pastoral titulada “Reflexiones éticas con motivo de la próximas
elecciones”. Sucesivos mensajes también se hicieron públicos en los años
1989, 1993, 1997, 2001 y 2005.
3- Nuevamente
expresamos y compartimos nuestras reflexiones acerca del derecho y el
deber que tiene el pueblo a ejercer el voto. A diferencia de los
procesos electorales anteriores, en esta nueva jornada electoral han
sido inscritos nueve partidos políticos, lo que representa un abanico de
otras opciones y un enorme desafío para una democracia que, muy
condicionada por el bipartidismo, no ha sabido responder a las
expectativas del pueblo.
II)- Nuestra mirada desde el contexto de una sociedad amenazada:
4- Las
próximas elecciones se están organizando y, lamentablemente se
realizarán en un ambiente de fuertes amenazas a la vida como en ninguna
otra contienda electoral se ha vivido en los últimos treinta años. No ha
de extrañarnos que el desaliento, el pesimismo y el miedo sean ahora
los compañeros inseparables de una población que cada vez se siente más
desprotegida.
5- En
Honduras, la vida está amenazada por el modelo económico y social
caracterizado por la concentración de riquezas y recursos en manos de
pocas personas, en contraposición con la escasez de oportunidades dignas
para las grandes mayorías empobrecidas y por las escasas inversiones
que podrían mejorar la productividad del agro beneficiando a los
campesinos pobres, así como a la micro y mediana empresa. Honduras es
uno de los países con menor ingreso per cápita de América Latina.
6
- Está amenazada la vida y los derechos humanos inherentes a ella,
porque el sistema de salud no cubre las necesidades de la población.
Porque el sistema educativo público, además de estar al borde del
colapso por su mala calidad y manipulación política, genera desigualdad.
Y porque a pesar del esfuerzo de la población por lograr los niveles de
educación que se exigen para obtener empleo, cerca de dos millones de
personas, en edad laboral, están afectadas por el desempleo.
7- La
vida es amenazada diariamente por la violencia delincuencial, el crimen
organizado, la violencia intrafamiliar, en especial contra las mujeres y
también contra los ancianos y los niños. Las causas más frecuentes de
esta violencia son: pérdida de oportunidades para la juventud, falta de
valores éticos, exacerbada cultura patriarcal en todos los niveles,
estilo de vida importado que promueve la búsqueda del dinero fácil, el
consumismo, el hedonismo, el derroche y la transnacionalización de la
criminalidad.
8- Nuestra
sociedad vive amenazada por un sistema de justicia dentro del cual hay
funcionarios que han facilitado la impunidad, protegiendo a quienes
delinquen desde su condición de poder político o económico. Cuerpos de
Seguridad del Estado en los que hay miembros contaminados por el crimen
organizado, el narcotráfico y la corrupción; y unos mecanismos de
depuración que no están avanzando según las expectativas de la ciudadanía.
El sistema penitenciario es incapaz de rehabilitar al privado de
libertad. Las cárceles son inhumanas y escuelas para aprender a
delinquir.
9- La
sociedad está cotidianamente amenazada por conflictos muy complejos:
luchas campesinas incluso violentas por acceso a la tierra,
reivindicaciones, abusos gremiales, protestas por despidos laborales
agravados por el constante aumento del costo de la vida y por la amenaza
de nuevas cargas impositivas. La convivencia social está amenazada por
la polarización política existente y una reconciliación cada vez más
lejana, que impide la construcción de una agenda ciudadana y un destino
común como nación.
10- La
vida está amenazada por la vulnerabilidad ambiental producida por la
explotación irracional de los bosques; por la lucha por el control del
agua y el abuso de la misma por falta de educación. Amenazada por las
industrias extractivas contaminantes; por los efectos del cambio
climático y sobre todo, por algunos políticos que por su afán de lucro
son capaces de vender hasta la patria. También ellos son una amenaza
para la vida.
11- La
desconfianza que se genera y crece cada día hacia el Estado y sus
instituciones amenaza también la convivencia y la organización social.
Hay desconfianza hacia quienes aspiran a ejercer el poder político
porque con su propaganda no ofrecen horizontes para vencer tantas
amenazas. Porque en la medida en que no son capaces de convertir sus
“promesas” en “propuestas” concretas, aumentan las razones de esta
desconfianza personal y comunitaria. Pareciera que la clase política no
se da por enterada de que el país está tocando fondo. Basta reflexionar
sobre los datos del Tribunal Supremo Electoral sobre el abstencionismo
en las elecciones anteriores. De acuerdo con el padrón electoral, en el
año 2001 el abstencionismo fue del 33.8%; en 2005 fue del 46.2%; y en el
año 2009 fue del 50.1%. Y preocupa mucho más que, siendo los jóvenes la
mayoría de los votantes, en el año 2009, los de edades entre 18 y 30
años se abstuvieron de votar en un 55%, mientras que los comprendidos
entre los 31 y los 45 años se abstuvieron en un 51%.
12- Partiendo
de este contexto, el nuevo proceso electoral debe estar orientado por
la exigente responsabilidad de saber escoger autoridades capaces de
garantizar lo que nuestra patria necesita y que muy bien queda expresado
en el Documento de Medellín: “El
ejercicio de la autoridad política y sus decisiones tienen como única
finalidad el bien común. En Latinoamérica tal ejercicio y decisiones con
frecuencia aparecen apoyando sistemas que atentan contra el bien común o
favorecen a grupos privilegiados. La autoridad política tiene la misión
de propiciar y fortalecer la creación de mecanismos de participación y
de legítima representación de la población, o si fueran ecesario, la
creación de nuevas formas.” (Documento de Medellin, I, 16).
III)- El proceso electoral justo y transparente que Honduras necesita:
13- Como
obispos de la Iglesia Católica, consideramos que la democracia, más que
un sistema político, consiste en un sistema de valores. Y con el Beato
Juan XXIII, creemos que los valores que garantizan la convivencia civil y
el sistema democrático son: la Justicia, la Verdad, el Amor y la Libertad (Pacem
in terris, n° 35). Sobre ellos debe refundarse una nueva Honduras. Por
eso trabajamos y abogamos por una sociedad justa, equitativa, fraterna,
respetuosa de la vida y la dignidad del ser humano, en la que el poder y
el ejercicio de la autoridad sea entendida como un servicio al pueblo
y, sobre todo, a los pobres.
14- El
proceso electoral debe contribuir a colocar los cimientos de una mayor
justicia en el país, que es una tarea prioritaria del Estado. “El
orden justo de la sociedad y del estado es una tarea principal de la
política. Un estado que no se rige según la justicia se reduce a una
gran banda de ladrones. La justicia es el objeto y por consiguiente la
medida intrínseca de toda política” (Benedicto XVI. Deus Caritas est, n° 28)
La gran pregunta de todo político y de todo gobierno debería ser: “¿Cómo realizar aquí y ahora la justicia en el país?”.
El proceso electoral debe abrir el horizonte para que desarrollemos en
el país estructuras más justas a fin de que las condiciones de los
excluidos, marginados, ignorados abandonados a su miseria y dolor, se
transformen en oportunidades de vida.
15- La
inequidad o desigualdad en Honduras va creciendo; y en la misma medida
se reducen las oportunidades de las personas, se obstruye la reducción
de la pobreza, aumenta el descontento social y la protesta, se frena el
desarrollo económico, se bloquea la posibilidad de diálogo y negociación
pacífica, se fortalece el monopolio del poder político. Así lo pone en
evidencia el Informe sobre el Desarrollo Humano en Honduras del año
2011. El Papa Pablo VI, consideraba el desarrollo humano como “el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas.” (Pablo
VI. Populorum Progressio, n° 20) La reducción de la pobreza debe ser un
eje central en todo proyecto humano y en todo plan de país elaborado
con estrategias claras y viables y con personas comprometidas con esta
tarea. Sigue diciendo el Papa Pablo VI: “Combatir la miseria
y luchar contra la injusticia es promover, a la par que el mayor
bienestar, el progreso humano y espiritual de todos, y, por
consiguiente, el bien común de la humanidad.” (Populorum Progressio, n° 76). El Papa Pablo VI nos dijo que “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz”.
16- En
un país ensangrentado y polarizado como el nuestro, es urgente
educarnos para la paz y en consecuencia, no permitir que la violencia
penetre en las familias, en los centros educativos y en todas las
relaciones sociales. Restaurar la sociedad será posible:
serenando los sentimientos, abordando los conflictos desde el respeto y
la tolerancia hacia quienes piensan distinto, promoviendo el diálogo
franco y constructivo. Y, sobre todo, venciendo el mal a fuerza de bien,
como afirma San Pablo en la carta a los Romanos, 12, 21. Advertía ya el
Beato Papa Juan XXIII: “La violencia jamás ha hecho otra
cosa que destruir, no edificar; encender las pasiones, no calmarlas;
acumular odio y escombros, no hacer fraternizar a los contendientes, y
ha precipitado a los hombres y a los partidos a la dura necesidad de
reconstruir lentamente, después de pruebas dolorosas, sobre los
destrozos de las discordias.” (Pacem in Terris, n° 162)
17- Honduras
ha sido colocada en los primeros lugares de corrupción en América
Latina. Siendo una de las peores deformaciones del sistema democrático,
la corrupción se ha ido extendiendo a todos los estratos sociales de la
población, no solamente por la crisis de valores sino por el pésimo
ejemplo de diversas autoridades políticas, civiles, militares,
gremiales, etc. que, en realidad, deberían ser verdaderos modelos para
la ciudadanía. La palabra “corrupción” que procede del latín “rumpere” y
significa “romper”, nos ayuda a comprender que la persona corrupta es
la que rompe con la palabra dada, rompe con los compromisos adquiridos,
rompe con su fidelidad a los principios morales y a la justicia, rompe
con el respeto a la fama y al buen nombre de las personas a través del
abuso de los medios de comunicación. Lo contrario de corrupto es
“integro”, es decir, completo. Esos son los candidatos que necesita
Honduras.
18- La
vía que conduce a la honradez y a la transparencia en el ejercicio de
la gestión pública será posible si los hondureños y hondureñas asumimos
los principios y valores éticos, universales e inmutables. Si nos unimos
en el esfuerzo de promover una cultura de la legalidad y de la
responsabilidad en el cumplimiento de nuestros deberes y obligaciones.
Si somos vigilantes para que no queden en la impunidad los agravios
cometidos contra la ciudadanía y el bien común. Si los funcionarios y
servidores públicos cumplen las responsabilidades que les comprometen
con los fines de las Instituciones por las que han sido juramentados o
contratados.
19- El
pueblo debe ser el verdadero protagonista de la actividad política y el
único beneficiado de la misma; el pueblo no debe ser utilizado como
masa amorfa a favor de una elite acostumbrada a manipularlo en beneficio
propio. Somos una REPÚBLICA (res publica), y es el pueblo soberano
quien ha de velar para que la “cosa pública” esté garantizada por sus
representantes elegidos democráticamente. Y es el pueblo quien tiene el
derecho a revocar, por cauces legales, a quienes no lo representen
dignamente.
“La
Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que
asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y
garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus
propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera
pacífica.” (Centesimus Annus, n° 46)
IV)- Nuestras sugerencias:
20- Las
comunidades cristianas están llamadas a participar en la vida
democrática que Honduras ha elegido y define la Constitución de la
República. Como fruto del compromiso social que brota de nuestra fe, los
cristianos debemos participar en la vida política y tomar parte por
tanto, en el ejercicio electoral, en la vigilancia para que las
elecciones sean transparentes y justas, no solamente en el acto de
depositar el voto, sino también en el control de los resultados
electorales, para evitar todo tipo de fraude. Y, sobre todo, en el
seguimiento del actuar de las autoridades electas, puesto que nuestro
voto no es un cheque en blanco que les hayamos entregado.
21- Consideramos
que el abstencionismo no es una respuesta positiva por muy duras que
sean las crisis sociales y políticas y por muy defraudada que se
encuentre la ciudadanía. No debemos negarnos este derecho ni dejar que
nuestra sociedad sea gobernada por una democracia de muy pocos que les
permita constituirse en dictadura, amparados por la legitimidad del
proceso electoral. Al votar reforzamos nuestro derecho a exigir a las
autoridades el cumplimiento de sus compromisos y obligaciones.
22- Exhortamos
a las personas que sean llamadas a ejercer las funciones de Custodios
Electorales y Miembros de Junta Ciudadana de Custodia y Administración
Electoral, que además de cumplir los requisitos que exige el Tribunal
Supremo Electoral, las vivan como un verdadero servicio, expresión del
amor a la patria que millones de hondureños sentimos, y dándonos a todos
el ejemplo de transparencia y honradez, con una sana independencia de
sus posiciones políticas o partidarias.
23- Exhortamos
a toda la sociedad a que haga valer su derecho de acceso a la
información ante los organismos responsables del proceso electoral,
porque es necesario que toda la sociedad sepa diferenciar las elecciones
generales a celebrarse en el 2013, de las primarias que tendrán lugar
el 18 de noviembre del presente año 2012, conocer los niveles de
obligatoriedad que existen para cada una de las dos contiendas y recibir
la información que tenemos derecho a obtener de los distintos
candidatos y candidatas, para no votar a ciegas o sólo por tradición,
costumbre o color político.
24- Sugerimos,
con mucho respeto, al Tribunal Supremo Electoral que de entre los
muchos aspectos que debe atender, ponga especial cuidado en garantizar a
toda la población:
- Un censo electoral confiable.
- Una identificación que evite la duplicidad de votos.
- Autoridades electorales que garanticen elecciones válidas.
- Mantener su total autonomía con respecto al gobierno o cualquier fuerza política que quiera sesgar la votación a favor de algún partido.
- El cumplimiento de la Ley electoral y la denuncia de cualquier delito electoral.
- Exigir a los partidos políticos la información sobre el origen de los fondos con los que financian sus campañas.
- La información oficial y oportuna de los resultados de las elecciones que evite desconfianza.
25-
Con total respeto a la decisión que cada ciudadano y ciudadana tomen a
la hora de ejercer su voto, consideramos un deber nuestro indicar a
todos los fieles cristianos unos criterios que contribuyan al
discernimiento necesario para seleccionar responsablemente, y en
conciencia, a sus futuros gobernantes. Enumeramos algunas cualidades que
son deseables en las personas que aspiran a cargos de elección pública:
- Un comprobado compromiso en el ejercicio de su profesión, tanto en el ámbito público como privado, a favor de la justicia y la transparencia.
- Un sentido de la solidaridad que le haga capaz de optar por los más necesitados desde la implementación de políticas sociales a favor de la equidad y la defensa de los derechos humanos.
- Dar muestras auténticas de su compromiso a favor del Estado de Derecho, y de su respeto y acatamiento a la Ley Electoral.
- Haber demostrado coherencia con los principios éticos, transparencia en el uso de la información y en la rendición de cuentas de sus gestiones públicas y privadas, así como del origen de los fondos utilizados en la campaña electoral.
- Propuestos como candidatos a partir de procesos participativos y transparentes, no como resultado de contubernios entre cúpulas de partidos.
- Dotados de probada capacidad para liderar, gobernar y administrar los bienes del Estado.
- Que excluya de su lenguaje el insulto u ofensa para sus oponentes en la campaña política, pues eso es signo de intolerancia, revela un afán desmedido de conseguir el poder a cualquier precio y carencia de educación cívica y valores morales.
V)- Una palabra final desde la esperanza cristiana:
26-
Con esta carta pastoral expresamos nuestros deseos de que el actual
proceso electoral sea una oportunidad de renovar la esperanza en que el
futuro de Honduras conduzca hacia la elaboración de un proyecto nacional
participativo al servicio de una democracia pluralista, participativa,
justa, responsable, respetuosa de la dignidad humana, dialogante,
promotora del bien común y defensora de los Derechos Humanos. Que sea
este el estilo de vida y cultura democrática de nuestro pueblo.
Como nos ha dicho el Papa Benedicto XVI en su reciente viaje al Líbano: “Es grato ver los gestos de colaboración y verdadero diálogo que construyen una nueva manera de vivir juntos.
Una mejor calidad de vida y de desarrollo integral sólo es posible
compartiendo las riquezas y las competencias, respetando la identidad de
cada uno. Pero un modo de vida como éste, compartido, sereno y
dinámico, únicamente es posible confiando en el otro, quienquiera que
sea. Hoy, las diferencias culturales, sociales, religiosas, deben llevar
a vivir un tipo nuevo de fraternidad, donde lo que une es justamente el
común sentido de la grandeza de la persona, y el don que representa
para el camino de la paz. En ello reside el compromiso que se nos pide.
Ahí está la orientación que debe presidir las opciones políticas y
económicas, en cualquier nivel y a escala mundial.
Para
abrir a las generaciones futuras un porvenir de paz, la primera tarea
es la educar en la paz, para construir una cultura de paz.
Evidentemente, hay que desterrar la violencia verbal o física. Esta es
siempre un atentado contra la dignidad humana, tanto del culpable como
de la víctima. Pensamientos de paz, palabras de paz y gestos de paz
crean una atmósfera de respeto, de honestidad y cordialidad, donde las
faltas y ofensas pueden ser reconocidas con verdad para avanzar juntos
hacia la reconciliación. Que los hombres de Estado y los responsables
religiosos reflexionen sobre ello” (15 -09-2012).
27- Esperamos
que este proceso nos encamine hacia una democracia en la que el pueblo
sea su verdadero garante, sujeto de derechos y actor decisivo en la
búsqueda del bien común. Y confiamos en que todos los miembros de la
Iglesia Católica sabremos ser ejemplo de ese camino. Por todo ello le
pedimos al Señor, unidos en la oración, que nos ilumine y fortalezca.
28- Nos inspira siempre y en todo la Madre del Señor quien nos recuerda, llena de esperanza, la presencia liberadora de Dios que “actúa con la fuerza de su brazo y dispersa a los de corazón soberbio”
(Lucas 1, 51). A Ella, a quien invocamos como Nuestra Señora de Suyapa,
le encomendamos interceda ante su Hijo para que todos los buenos deseos
de nuestro pueblo se conviertan en realidades.
Comayagüela, M.D.C., 11 de octubre de 2012.
http://www.caritashonduras.org/index.php?option=com_content&view=article&id=345:conferencia-episcopal-de-honduras-elecciones-2012&catid=38:fp-rokstories
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