Sunday, February 28, 2010

Carta a una activista por la paz

De una carta de Thomas Merton a Jim Forest

No dependas de la esperanza en los resultados. Cuando estás realizando … un trabajo apostólico, tienes que planearte el hecho de que tu trabajo sea aparentemente inútil y que incluso no llegue a ningún resultado, o que hasta obtenga resultados completamente opuestos a los esperados. a medid que vas asimilando esta idea, comienzas a concentrarte cada vez más no en los resultados, sino en los valores, en la rectitud, en la verdad del propio trabajo. Y, así mismo, hay también un gran trecho que recorrer hasta que dejes de luchar cada vez menos por un idea y lo hagas más específica. La perspectiva se va estrechando cada vez más, pero se vuelve mucho más real. Al final … es la realidad de las relaciones humanas lo que salva todo…

Es muy fácil alimentarse hasta la saciedad con ideas y eslóganes y mitos que, a la postre, le dejan a uno con la mochila vacía y sin trazas de significado alguno en ella. Y entonces la tentación es gritar más fuerte que nunca, a fin que aparezca allí el significado de nuevo por arte de magia… Los grandes resultados no están del todo en tus manos o en las mías, sino que pueden aparecer de repente, y nosotros podemos compartirlos; pero no hay razón para que construyan nuestras vidas sobre estas satisfacciones personales, que nos pueden ser negadas y que, después de todo, no so tan importantes… Lo más importante, después de todo, es vivir, no para apurar la vida al servicio de un mito ( y a veces transformamos en mitos las cosas mejores). Si quieres verte libre de la dominación de causas y servir sólo a la verdad de Cristo, serás capaz de hacer más y te verás menos frustrado por los inevitables disgustos… La esperanza real … no está en algo que pensamos que podemos hacer, sino en Dios, que está haciendo algo bueno por ello, y que en cierto sentido nosotros no podemos ver. Si nosotros podemos hacer su voluntad, estamos ayudando en ese proceso. Pero nosotros no tenemos por qué saber todo de antemano.

Carta del monje trapense Thomas Merton a Jim Forest, 21 de febrero de 1966
citado en Jim Forest, Thomas Merton. Vivir con sabiduría (Madrid, PPC, 1997), pp. 171-172.

En ese entonces Jim Forest fue co-director del Movimiento Católico por la Paz.

Carta a una activista por la paz

De una carta de Thomas Merton a Jim Forest

No dependas de la esperanza en los resultados. Cuando estás realizando … un trabajo apostólico, tienes que planearte el hecho de que tu trabajo sea aparentemente inútil y que incluso no llegue a ningún resultado, o que hasta obtenga resultados completamente opuestos a los esperados. a medid que vas asimilando esta idea, comienzas a concentrarte cada vez más no en los resultados, sino en los valores, en la rectitud, en la verdad del propio trabajo. Y, así mismo, hay también un gran trecho que recorrer hasta que dejes de luchar cada vez menos por un idea y lo hagas más específica. La perspectiva se va estrechando cada vez más, pero se vuelve mucho más real. Al final … es la realidad de las relaciones humanas lo que salva todo…

Es muy fácil alimentarse hasta la saciedad con ideas y eslóganes y mitos que, a la postre, le dejan a uno con la mochila vacía y sin trazas de significado alguno en ella. Y entonces la tentación es gritar más fuerte que nunca, a fin que aparezca allí el significado de nuevo por arte de magia… Los grandes resultados no están del todo en tus manos o en las mías, sino que pueden aparecer de repente, y nosotros podemos compartirlos; pero no hay razón para que construyan nuestras vidas sobre estas satisfacciones personales, que nos pueden ser negadas y que, después de todo, no so tan importantes… Lo más importante, después de todo, es vivir, no para apurar la vida al servicio de un mito ( y a veces transformamos en mitos las cosas mejores). Si quieres verte libre de la dominación de causas y servir sólo a la verdad de Cristo, serás capaz de hacer más y te verás menos frustrado por los inevitables disgustos… La esperanza real … no está en algo que pensamos que podemos hacer, sino en Dios, que está haciendo algo bueno por ello, y que en cierto sentido nosotros no podemos ver. Si nosotros podemos hacer su voluntad, estamos ayudando en ese proceso. Pero nosotros no tenemos por qué saber todo de antemano.

Carta del monje trapense Thomas Merton a Jim Forest, 21 de febrero de 1966
citado en Jim Forest, Thomas Merton. Vivir con sabiduría (Madrid, PPC, 1997), pp. 171-172.

En ese entonces Jim Forest fue co-director del Movimiento Católico por la Paz.

Comunicado-Conferencia Episcopal de Honduras -febrero 2010

ASAMBLEA ORDINARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE HONDURAS

“Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo a favor de todos los santos, sus hermanos”(Ef. 6, 18).

Durante los días del 9 al 12 de Febrero hemos celebrado la primera Asamblea Ordinaria de la Conferencia Episcopal de Honduras correspondiente al presente año 2010.

Juntos hemos agradecido a Dios el fervor mariano compartido con el Pueblo de Dios y manifestado en la fiesta de Nuestra Señora la Virgen de Suyapa, Patrona de Honduras.

Hemos agradecido también la ternura de Dios para con las personas enfermas al conmemorar a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes, en la XVIII Jornada Mundial del Enfermo.

Compartimos con los representantes de ADVENIAT su interés por los Delegados de la Palabra de Dios, al tiempo que les agradecimos la generosa ayuda que esta institución de la Iglesia Católica de Alemania ofrece a la Iglesia en Honduras para que pueda dar mejores frutos en su tarea evangelizadora.

En un clima de oración y comunión, examinamos la actitud profética y evangelizadora que debe tener la Iglesia Católica ante la realidad política, económica y social que vive nuestra patria en estos momentos en que comienza una nueva etapa de su historia con un nuevo gobierno.

Coherentes con nuestra fe, consideramos un deber moral que todos los creyentes nos comprometamos, de acuerdo con nuestra vocación y condición personal, a participar en la vida democrática que el pueblo de Honduras ha escogido. Y que lo hagamos como instrumentos de esa reconciliación que necesitamos con urgencia en todos los ámbitos de la convivencia social.

Como ciudadanos, debemos saber exigir a las nuevas autoridades, dentro de los cauces legales, una gestión transparente y basada en el principio de la Justicia Social en que tanto insiste la Doctrina Social de la Iglesia en todas sus enseñanzas. Debemos exigir una atención justa y preferencial a los pobres que son la mayoría de nuestra población así como el cumplimiento de todas las promesas que se hicieron al pueblo.

Los Obispos hemos discernido lo que la Iglesia Católica puede y debe hacer frente a realidades difíciles que se perpetúan más allá de los gobiernos que rigen nuestro caminar y que, a veces, se agudizan por su incapacidad. Pensamos en el crecimiento de la acción y del poder de los narcotraficantes y del crimen organizado; en la corrupción tan difícil de erradicar; en el considerable déficit fiscal; en la mora legislativa que permite situaciones que perjudican a nuestro pueblo, a los recursos naturales y al medio ambiente.

Los Obispos de Honduras nos comprometemos a seguir trabajando en nuestras respectivas Diócesis junto con los sacerdotes, religiosos, religiosas, misioneros y fieles para dar respuesta a los retos señalados.

Renovamos la opción preferencial por los pobres. Consecuencia de esta opción es la tarea de reorganizar y fortalecer la Pastoral Social a todos los niveles, nacional, diocesano y parroquial a fin de que sea, como dice el Documento de Aparecida, “estructurada, orgánica e integral que, con la asistencia, la promoción humana, se haga presente en las nuevas realidades de exclusión y marginación que viven los grupos más vulnerables, donde la vida está más amenazada” (Documento de Aparecida # 401).

Estando ya cerca el tiempo de Cuaresma, exhortamos a todos los fieles a iniciar un camino de conversión que nos permita reconocer nuestra debilidades y limitaciones para hacer posible la reconciliación en el seno de la Iglesia y de la sociedad; un camino de gracia que nos permita descubrir el Amor de Cristo que se hace Camino para conducirnos a la gloria pasando por la cruz. Vivir la Cuaresma, en definitiva, como un tiempo privilegiado que nos lleva al gozo de la Pascua del Señor, cuya alegría nadie nos podrá arrebatar (ver Jn. 16, 22).

Conferencia Episcopal de Honduras