Conferencia Episcopal de
Honduras
Los Laureles, Contigo al Anillo Periférico.
Tegucigalpa, Honduras, C.A.
MENSAJE
Los Obispos de la Conferencia Episcopal de
Honduras (C.E.H.)
a los miembros de la Iglesia Católica y personas de buena voluntad
a los miembros de la Iglesia Católica y personas de buena voluntad
«Yo he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia»,
(Juan 10, 10)
(Juan 10, 10)
Al celebrar en
este mes de Octubre el “Mes Misionero Extraordinario”, evocamos la vocación de
la Iglesia como enviada a anunciar el Evangelio de la Vida y, como nos recuerda
el Documento de Aparecida, “... la doctrina, las normas, las orientaciones
éticas, y toda la actividad misionera de la Iglesia, debe dejar transparentar
esta atractiva oferta de una vida más digna, en Cristo”, (DA 361).
Evangelizar no es solo anunciar gozosamente la alegría del Evangelio, es decir, anunciar a Cristo mismo, sino, como consecuencia lógica, denunciar todo aquello que niega la vida, que obstaculiza el desarrollo personal y comunitario.
Esto tiene profundas y serias repercusiones sociales y políticas, frente a las cuales los Obispos, como pastores no podemos quedarnos indiferentes:
Evangelizar no es solo anunciar gozosamente la alegría del Evangelio, es decir, anunciar a Cristo mismo, sino, como consecuencia lógica, denunciar todo aquello que niega la vida, que obstaculiza el desarrollo personal y comunitario.
Esto tiene profundas y serias repercusiones sociales y políticas, frente a las cuales los Obispos, como pastores no podemos quedarnos indiferentes:
- 1. Con profundo dolor constatamos cómo “la lacra del narcotráfico”, como le ha llamado el Papa Francisco, “que ha puesto fin a tantas vidas y que es mantenida y sostenida por hombres sin escrúpulos”, es una realidad que ha permeado las instituciones de nuestro país y que, como consecuencia, ha derivado en un deterioro acelerado de la imagen de nuestra patria en el concurso de las naciones.
- 2. Nada de lo que el narcotráfico ha logrado en nuestro país, podría haberse alcanzado sin la colusión de los órganos que, por razón de su ser, estaban llamados a defender la vida y proporcionar seguridad a todos.
- Debemos admitir que en mucho de esto son culpables los políticos que han pactado con el crimen organizado, olvidando que la ética les obligaba ante todo a velar por el bien común y no por el beneficio personal o los de su grupo.
- 3. Por otra parte, la vida también es amenazada cuando las instituciones no se ocupan por atender las necesidades fundamentales del pueblo. Nuestra política vernácula se ha caracterizado por la costumbre de ignorar directamente al pueblo, hablar en su nombre y terminar haciendo pactos que en nada benefician al mismo pueblo. Ejemplo de ello es cuando, histéricamente, las instituciones han estado al servicio de un caudillo y no de una democracia participativa fundada en la ley.
- 4. Con dolor y pena contemplamos el viacrucis de tantos hermanos migrantes. Duele reconocer que lo que más exporta Honduras son seres humanos movidos por la esperanza de una mejor vida y más segura. Una esperanza que se frustra en quienes no logran alcanzar su meta y, más aun, en los 87,337 compatriotas deportados en lo que va del presente año 2019.
- Queremos insistir en la necesidad de organizar la Pastoral de Movilidad Humana en cada parroquia y en todas nuestras Diócesis. No sólo para ayudar a quienes se ven obligados a emigrar, sino para defender el derecho humano a no verse obligados a hacerlo.
- 5. Lamentamos profundamente que estando a punto de entrar en vigencia el nuevo Código Penal, se haya hecho caso omiso a los reclamos de muchísimas instituciones del país, a las que también nos sumamos nosotros, para que la entrada en vigencia del mismo no se lleve a cabo.
Es urgente
que, junto a toda la ciudadanía, la clase política, empresarial, académica,
colegios profesionales, campesinos y obreros, llevemos adelante un proceso de
transformación del país que tenga como norte el Bien Común y su mayor beneficio
que es la paz. Esta tarea demanda una seria revisión de los valores, sobre todo
los valores morales, de las actitudes y de los actores que tengan la mejor
disponibilidad para servir con transparencia, fidelidad en el cumplimiento de
la ley, luchadores por establecer la justicia; una justicia que permita
edificar un país con equidad y nos ayude a superar esta página tan dolorosa de
la historia patria, empañada por el peso del narcotráfico, la corrupción, la
impunidad y el abuso del poder.
Por eso,
hacemos un fuerte llamado a la conciencia de todos los actores involucrados,
directa e indirectamente en la presente crisis, para que revisen el valor del
sano patriotismo, que debe estar por encima de cualquier interés personal,
apego al cargo o intereses de partido.
A pesar de
todas estas situaciones de muerte, nuestra fe en Jesucristo que ha vencido a la
muerte, ha de mantener viva en nosotros la esperanza, venciendo la tentación de
frustración, para creer que un cambio es posible, siempre y cuando cada uno
cumpla con la tarea que le corresponde, exigiendo de manera firme y decidida
que las instituciones y las personas que las rectoran también lo hagan.
Pidamos a Dios
nuestro Señor, por intercesión de Nuestra Señora de Suyapa, Patrona de
Honduras, que nos ilumine y nos dé fuerza para cuidar, respetar y promover la
vida; la vida que Él nos permite compartir como hermanos, en esta patria que
debemos asumir como nuestra, porque su presente y su futuro es responsabilidad
de todos.
Ciudad de
Tegucigalpa. 11 de Octubre de 2019.
S.E. Mons Angel
Garachana Pérez
Obispo de San Pedro Sula
y Presidente de la C.E.H.
Obispo de San Pedro Sula
y Presidente de la C.E.H.
Rev. P. Emigdio
Duarte Figueroa
Secretario General de la C.E.H
Secretario General de la C.E.H